jueves, 20 de junio de 2019

Azul, primera mala impresión..

Una cosa lleva a la otra, así dice un dicho popular, hijos de las redes sociales somos, allí todo se acelera; continué con pequeñas movidas publicando lo que obtenía tratando de llegar a las personas, lo que me dio buenos resultados me fui haciendo de personas que gustaban de andar en moto con los que hice algunas salidas.






Pero a veces el hecho de que nos guste andar en moto, no hace que nuestras personalidades tengan otro punto en común, y eso solo no sirve, andar en moto es mas que solo gustarte andar en moto....mucha redundancia, pero ilustra la idea, también son necesarios códigos, actitudes, ideas, personalidades y otras cosas que hacen que la relación en la ruta sea agradable porque de eso se trata.
En mi caso y en este caso la cosa, no sirvió, solamente encontré muchos egos, mucha careta.
A ver... a esta altura cabe aclarar las, como decirlo, categorías?, castas?, o como sea dentro de la gente que anda en moto; esta el tipo que compra una moto que sale un dineral y lo ve desde el lado de la inversión, se vanagloria de tener una moto que vale una fortuna pero cuando preguntas que viajes ha hecho, como la disfruta, te contesta que no la saca seguido porque es muy caro el mantenimiento y cuanto mas la rueda, pierde valor; esta el motero que saca la moto para ir a tomar un café a 50 kilómetros y volver; esta el motero que quiere llegar desde el punto A al punto B en el menor tiempo posible, llegar, guardar la moto, y salir a pasear a pie; esta el motero que solo compra "Japones" y de primera marca, aunque sea modelo 1980 y tenga 500000 kilómetros, sabe que no puede salir del pueblo porque seguro se rompe......pero anda en "japones", esta el motero que sale en grupo con una moto nueva y cuando no esta satisfecho con la moto, vuelve y la cambia, al fin de semana siguiente le pasa lo mismo y así va su vida; esta el que si compra moto tiene que equiparse hasta los ojos¡¡¡ y todo para salir a dar una vuelta al centro el domingo a la tarde¡¡¡¡; así podría seguir describiendo por cientos de paginas los personajes que andan en moto.
Después de todos esos, estoy yo, un híbrido total por cosas que después irán apareciendo, que como dice el dicho popular, soy un orejano que no aguanta la marca, al que no le importan las marcas, no le importa la ropa, no le importa el equipo, no le importa la facha, al que solo le interesa......andar en moto....y llegar lo mas lejos que te pueda llevar una moto, que aunque no lo crean, es una distancia infinita, tanto como llegue tu imaginación, no tiene limites.
Mi siguiente movida fue obviamente ir a un nuevo moto encuentro, estaba por ese entonces tratando de ver ese tema, así que encontré que en Azul, Provincia de Buenos Aires se hacia uno, muy conocido y afamado y se me plegó un vecino, Raul, motero recién iniciado mas o menos como yo pero con menos ruta, imagínate¡¡¡.
Era en otoño-invierno la cosa, y ahí se planteo la primera diferencia entre ambos y la característica que me definía y me define, mi vecino, reservo hotel¡.
Aquí se inicia otra división en mi vida de moto, por motivos que irán viendo a medida que avance este relato; el hecho es que pactamos nuestra salida para un viernes muy temprano, hacia un frío terrible, y la verdad es que si bien estaba bastante abrigado, el equipo no era el adecuado porque iba a ser el primer invierno de los muchos que vendrían que iba a rodar.
Nuestra primer tirada fue desde Loberia a Tandil, 115 kilometros  de mucho frío, arribamos a una estación de servicio y decidimos tomar algo caliente porque la verdad, yo estaba helado y no podía parar de temblar.
En el instante en que intentaba bajarme de la moto, el primer inconveniente, se me cayeron los anteojos y los rompí, encima teníamos que viajar el resto de la mañana con el sol de frente.
Después de un buen rato finalmente movimos y obviamente fui a comprar otro par de anteojos....





 y........ de nuevo a la ruta, aunque recorridos apenas no mas de 10 kilómetros, ya estaba tan helado y temblaba de una forma que parecía que iba a desmayarme, pintaba feo.
A esta altura quiero aclarar que no soy un blando, he pasado toda clase de cosas en mi vida, sobre todo fríos, calores, hambre, dolores varios y mojaduras, ya sea por trabajo o diversión, andando en moto o cuatriciclo por la arena, el barro o donde sea, en invierno o en verano, he conocido el cansancio extremo físico y mental, pero este era un frío diferente, un frío difícil de combatir por la quietud que llevaba sobre la moto, el vientito helado que te pega y se te mete por todos lados.
Fue en esos momentos en que ya estaba pensando decirle a Raul de parar a un costado de la ruta en que apareció una pareja que viajaba en una moto Custom, una Zanella Patagonia, si mal no recuerdo, me pasaron e inmediatamente me di cuenta que detrás de ellos su moto iba despidiendo una brisa cálida que me pegaba de lleno, me calentaba el pecho, me calentaba las rodillas, y me permitía avanzar con facilidad, con lo cual me quede detrás de ellos y en poquitos kilómetros ya me sentía mucho mejor y aclaro que no había hecho esto con mi compañero de ruta primero porque el iba mas rápido que yo y segundo porque su moto era muy fría, no despedía una gota de calor.
El viaje se volvió mucho mejor y aprendí algo que iba a servirme hasta el día de hoy: aprovechar la temperatura y la succión, cosas que se usan en las rutas, no en otro ámbito de las motos o cuatriciclos.
Ya casi llegando a Azul nos encontramos con una gran caravana de motos que se dirigían hasta un convento ubicado en la zona rural de Azul sobre la vieja Ruta 30, así que nos plegamos y hasta ahí fuimos, la verdad una linda experiencia ir junto a tantas motos, pero con la protesta de mi compañero ya que teníamos que circular un poquito por tierra, lo que marco una nueva diferencia entre nosotros, ya que de ninguna manera pondría por delante el conocer o disfrutar porque la moto este mas o menos limpia y eso es definitivo.
El lugar era bellisimo y trasmitía una paz increíble, como preparándonos para el desbole que vendría después.












Luego de ese momento de paz y reflexión, volvimos con todo el grupo a retomar nuestro rumbo original hacia Azul, y en ese tramo también ocurrieron un par de cosas que serian una constante en mis viajes, lo primero fue perder una cámara en plena ruta 30 que por suerte fue encontrada por mi compañero de ruta que venia detrás, y entrando a Azul, perdí un guante también hallado por mi compañero y aquí lo mas insólito, se me salio un tornillo del visor del casco y adivinen quien lo vio y lo encontró, si.... mi compañero de ruta, hasta el día de hoy un misterio como pudo verlo y decirme el lugar exacto donde estaba.
Dije anteriormente que estas cosas serian una marca en mis viajes porque siempre pierdo, rompo algo o me pierdo.



Una vez que estuvimos en la ciudad nos dirigimos al hotel, nos acomodamos en la habitación y nos encontramos con otros motoristas de Loberia, a quienes dedicare en su momento un párrafo especial.
También vi algo de lo que siempre reniego y he renegado, y que anteriormente mencione, llego al hotel un tipo con un auto con el cual arrastraba una trailer con una moto de muy alta cilindrada, luego de acomodarse, se equipo con un equipo como para viajar 10.000 kilómetros y solo tenia que hacer 10 cuadras, bajo la moto y se fue al moto encuentro, que cada uno saque sus propias conclusiones, yo hice las mías hace rato.
Finalmente nos dirigimos nosotros también al predio, y ahí fue donde me di cuenta en el quilombo en el que íbamos a estar por 2 días y 2 noches, lo que me llevaría a otras varias conclusiones y decisiones para marcar mi estilo de andar en moto.

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